miércoles, 6 de marzo de 2013

Las editoriales también pueden equivocarse


Como muchos otros escribo por placer, en mi caso también como terapia contra el estrés. Me gusta coger mi libreta y traspasar a mis personajes los problemas y frustraciones que voy acumulando en el día, así que podría decirse que cuando yo aterricé en el panorama literario lo hice más bien llevada por un impulso al ver en un blog de literatura las direcciones de algunas editoriales a las que se les podía enviar por email un manuscrito.
Nunca antes se me había ocurrido pensar en publicar una novela pero pensé, ¿y por qué no? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
En nuestros días es frecuente que los rechazos editoriales se limiten a una educada carta estándar en la que te explican que el editor jefe, tras repasar tu manuscrito, ha decidido rechazarlo porque no encaja con su línea editorial, algo que aunque supone un varapalo para cualquier autor, no hiere sensibilidades.
Pero esto no siempre fue así, muchos de los más conocidos literatos recibieron críticas duras, incluso algunas podrían calificarse de crueles y a tenor del éxito obtenido con posterioridad por sus novelas, injustas.
Como tengo por costumbre os dejo aquí unos cuantos ejemplos de estos rechazos algo más que duros, de autores que luego alcanzaron el éxito y que por fortuna, en su momento, no cejaron en su empeño por publicar sus obras:

- Novela confusa, inconexa e improbable, cuyos personajes son primitivos y más brutos que el hombre prehistórico, amén de que se trata de una obra impropia de haber sido escrita por una mujer (Cumbres Borrascosas de Emily Brontë)

- No sabe usar el lenguaje inglés ( Rudyard Kipling, premio nobel de literatura en 1907)

- Su obra es propagandística, lúgubre y pesada (Un mundo feliz de Aldous Huxley)

- Basura sentimental (Ana Karenina de León Tolstoi)

- No tiene ningún futuro como escritor ( El espía que surgió del frío, Jon le Carre)

- ¿Para qué continuar? ( Ernest Hemingway)

- Totalmente intraducible ( Editores extranjeros con respecto a las obras de Jorge Luís Borges)

- Nunca conocerá la fama porque no es un escritor importante. Al cabo de cien años nadie le recordará (Balzac)

- Vulgar, bárbara, la obra de un salvaje borracho (Voltaire refiriéndose a la obra de Hamlet)

- Un libro que trata sobre una gaviota es algo ridículo (Juan Salvador Gaviota de Richard Bach)

- Suspirillos germánicos (Rimas de Bécquer)

- ¡Obsceno! ( Ulises de James Joyce)

- Tediosa. No puedo comprender que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de encontrar el sueño ( En busca del tiempo perdido de Marcel Proust)